RECUERDOS
DE MI VIDA FERROVIARIA
“ENFRIANDO
LOC” ( Enfriando Locomotora)
Mis recuerdos, historias y anécdotas
ferroviarias comenzaron mucho tiempo antes de ser yo, un ferroviario.
Al ser hijo de Maquinista de Locomotoras y de
haber vivido mi adolescencia en un maravilloso pueblito llamado Darwin en el
valle medio de la Provincia de Río Negro, netamente ferroviario y en donde
vivían hombres empleados del ferrocarril de todas las especialidades
(Maquinistas, foguistas, cambistas, Jefe de Estación, auxiliares, peones,
encargados de Depósito de Locomotoras, mecánicos, guardas y personal de vías y
obras), hacía que formáramos una gran familia en donde todos nos conocíamos y
nos ayudábamos mutuamente.
En aquellos años maravillosos desde 1969 a
1976, época en la que viví allí antes de entrar a trabajar en el ferrocarril en
bahía Blanca, la cooperación entre las familias era absoluta. Todo lo que se
necesitara en el pueblo, ya fueran insumos que no se consiguieran o alguien que
tuviera que viajar, se hacía por tren.
”Haceme la gauchada” era el común denominador
que involucraba a todos.
“Vas a Neuquén y regresas mañana a la noche?,
por favor traeme este medicamento”.
…”El jueves vas a Río Colorado con el
diagrama?, haceme una gauchada, no me llevás al pibe?” le dijo mi viejo a José
Miguel Castaño, Maquinista y papá de mi amigo “cachi” en la vereda del bar de
Eusebio Villacorta; tiene torneos escolares deportivos todo el fin de semana y
se viene conmigo el lunes a la noche con el tren de pasajeros”. Aquellos torneos
intercolegiales que organizaba el Ministerio de Educación de la Provincia en
diferentes ciudades, eran fabulosos. Recibían a todos los visitantes y los
alojaban en casas de familia mientras duraba el evento, yo integraba el equipo
de Voleibol del colego Nacional Perito Moreno de Choele Choel.
…”Ningún problema!” le dijo Castaño, decile que
el Jueves a las 15,00 hs. Partimos”
Los torneos se realizaban en Septiembre mes de
la primavera y comienzo de días hermosos. El jueves almorcé temprano y a las
dos de la tarde ya estaba con mi mochila lista mirando hacia la playa de
maniobras observando al tren que estaba formado y listo para salir, pero
todavía sin Locomotora.
“No te apures, me dijo mamá, todavía falta una
hora y además tiene que salir la máquina del galpón, no?”…indudablemente y como
siempre, mamá era más ferroviaria que nosotros…
El día estaba hermoso, sin viento pero ya se
hacía sentir el calor, era una primavera muy linda. Tres menos diez de la tarde
y al sentir el silbato de la Locomotora que venía a enganchar la formación,
apresuró mis besos y abrazos con mamá, partiendo raudo hacia el tren.
El cambista era el petizo Albarengue que al
verme parado al lado del vagón me dice…”Que hacés con esa pinta?, te vas de
joda?”. Si!...se va con nosotros a Río Colorado a correr a todas las minas de
allá! Le respondió el negro Di tullio el foguista entre risas y con la
infaltable pavita de agua en las manos…
La Locomotora era una Baldwin Lima Hamilton que
se veía bastante baqueteada, pues las chorreadas de aceite por sus laterales a
la altura de la chimenea, así lo denunciaban. Enganchada a la formación, con el
freno bien revisado ya que se trataba de freno al vacío (Las Baldwin no tenían
sistema de freno al aire comprimido para el tren) y con los datos del guarda en
poder de Castaño, a las tres y media de la tarde partíamos rumbo hacia Río
Colorado.
La salida de Darwin es muy pesada. La vía es
una contínua rampa que sube casi hasta el Km. 967 en donde medianamente se
nivela. Son diecinueve kilómetros de subida continua que siempre ponen a prueba a cualquier
Locomotora, basta como referencia que en la época de las Locomotoras a vapor,
cuando un tren a salir era muy pesado, se le hacía remolque por cola, es decir
otra locomotora iba empujando desde atrás para ayudarlo a subir hasta el
kilómetro. Este viaje no era la excepción, encima con este calor…
El tren era el Nº 6148 le decían el basurero
porque llevaba cargas de todo tipo: Chatas de piedra, otras con caños, otras
con leña a granel (seguramente para alguna panadería importante), vagones con
repuestos ferroviarios, rezagos de vagones radiados del servicio y cortados en
trozos para fundición y algunos vagones tanque de soda cáustica provenientes de
la planta de Indupa de cinco Saltos, realmente muy pesado.
Ni bien salimos y antes de cruzar el paso a
nivel de la ruta 22 que se encuentra a 2500 metros, Castaño ya llevaba a la
pobre Baldwin en “Punto 8”, este es el punto máximo de aceleración y a “campo
pleno”, que en la jerga de Conducción quiere decir que los motores eléctricos
de tracción van trabajando a máxima potencia y el tren a…19 Km /h! Cruzamos la
ruta y aunque el sonido del motor se escuchaba parejo, daba la impresión que
iba a explotar!
El negro Di Tullio sonreía mientras me miraba
de reojo, seguramente viendo mi rostro entre angustiado y preocupado por el
tremendo esfuerzo que hacía la Baldwin.
“ No te preocupes que no va a explotar!, éstas
son carne e´perro me decía, mientras sacaba un calentadorcito eléctrico de su
bolso y ponía la pava a calentar para comenzar la ronda de mate.
Pasando por la Estación Choele Choel en la
mitad de la subida, la Locomotora comenzó a patinar. Fueron tres o cuatro
patinadas que redujeron la velocidad pero que no entorpecieron la marcha,
solamente provocaron un poco más de angustia en mi cara motivo por el cual, el
primer mate de la ronda fue para mí…
…”Tomá pichón! Me dijo el negro mientras me
ofrecía el mate, si te gusta esta profesión te vas a tener que acostumbrar a
estas cosas, aprender todo esto te va a ayudar mucho en tu futuro laboral”. El
ruido que hacía el motor diesel trabajando a pleno era ensordecedor; apenas se
escuchaban nuestras voces y Castaño muy concentrado en la conducción, nos
miraba de reojo y cruzando miradas picarescas con Di Tullio parecía preguntarle;
que le pasa?, está asustado? Mientras tanto, la subida continuaba…
De acuerdo al Intinerario, este tren tenía
desde Darwin al Km. 967 una hora ocho minutos de recorrido, eran las cuatro y
media de la tarde y estábamos por el km. 973 faltándonos seis km. Para llegar,
por simple deducción los seis km. Restantes era imposible hacerlos en ocho
minutos…
“Vamos a llegar atrasados al km.” Le digo a Di
Tullio mostrándole mi reloj con aires de gran conocedor, a lo que me responde con una
sonrisa, “Démosle gracias a Dios si llegamos al final de esta subida y al
kilómetro, sea cuando sea”…
Pasando por el disco de aproximación a la
estación en donde el perfil de vía comienza lentamente a normalizarse
terminando con esa terrible subida, escuchamos una explosión, un fogonazo
dentro del gabinete eléctrico a nuestras espaldas, y el motor diesel
desacelerando bruscamente yéndose a bajas revoluciones pero sin detenerse.
…”Bué!...Cag…! yo pensé que aguantaba dijo
Castaño cerrando la manija de aceleración
mientras que el negro miraba por la puerta hacia el motor observando
como una fina llovizna escapaba del tanque de agua por la boca de carga…
“Hizo sifonaje! Por la alta temperatura! Colocá
los ventiladores en manuable para ver si enfría un poco y podamos tener
tracción para llegar al km. Estamos ahí nomás, carajo!”
El tren se fue deteniendo lentamente hasta
llegar a la señal de distancia, quedando a tan solo mil cuatrocientos metros de
la estación.
“Fijate si podes ver el vidrio – nivel del
tanque de agua para ver si le quedó algo”…le dijo Castaño al negro. Para hacer
eso, había que meterse dentro de la sala de máquinas y mirando por el ojo de
buey de la puerta hacia el motor, un profundo terror me agarró de solo
imaginarme tener que entrar ahí!...
El negro tomó el sudador (trapo rejilla)
embebido en agua y se zambulló dentro de la sala de máquinas, desapareciendo
entre el humo. Los caños de escape al rojo vivo por la falta de amianto en
algunos tramos, quemaban en el acto las gotas de aceite que por salpicadura le
llegaban, transformándolas en humo.
“Le quedan dos dedos de agua” dijo el negro
saliendo del infierno, todo transpirado y con parte de su cara tiznada…”
Fenómeno! Dijo José, la subida terminó y en donde tengamos nuevamente tracción,
vamos a cargar agua en el kilómetro, preparáte para trepar como un mono”. Yo no
entendía nada hasta que llegamos al 967 en donde ahí si, entendí la frase; el
pobre negro se tuvo que subir al techo de la locomotora con una manguera de
tres pulgadas que le dio y ayudó el auxiliar a poder subirla, para darle agua
por la boca de carga superior, ya que los caños colocados debajo del bastidor
para cumplir esa función estaban taponados, rotos o directamente ya no
existían.
Con los años y luego de estudiar todo el
funcionamiento de la Locomotora, entendí porque ocurrió esto, pero en ese
momento era chino básico para mí…
Llegamos al kilómetro 967 diecisiete treinta
horas, y gracias a la ayuda del auxiliar se pudo completar el tanque de agua en
un tiempo razonable.
Reanudamos la marcha dieciocho quince horas
avisando a la oficina de Control trenes de todo lo ocurrido antes de salir, y
como circulábamos con orden de vía con precaución desde el kilómetro a estación
Fortín uno por estaciones intermedias en clausura, avisamos también que revisaríamos la
Locomotora a la llegada y daríamos aviso de las novedades.
El viaje continuó con normalidad. Ya no
quedaban rampas tan severas y los mates continuaron su ronda.
“En Fortín vamos a tener que parar un rato a
“ENFRIAR LOC!” (Enfriar Locomotora), Le dice Castaño al negro, el cual aplaudía
gritando…SI!...SIIIII!!...CLARO QUE SI!... Yo no entendía nada hasta que
llegamos a Fortín uno, diecinueve
treinta horas.
Resulta que en esta Estación el auxiliar tenía
una pequeña despensa tipo almacén de barrio, con la cual abastecía de algunos
insumos a los pocos lugareños que vivían cerca de la Estación y dentro de ella
una heladera grande a kerosén, ya que no había energía eléctrica en el lugar, y
que enfriaba como los dioses!
Pese a que la Locomotora estaba normalizada y
en buenas condiciones para continuar viaje, José le dice al auxiliar, “Avisale
a Control que vamos a suplir agua nuevamente y que “ VAMOS A ENFRIAR LOC!” antes
de continuar “
Esto significaba quedar el tren detenido por lo
menos de cuarenta a cuarenta y cinco minutos con ventiladores en manuable y el
diesel a bajas revoluciones, sin traccionar para que no recaliente nuevamente
el motor. Yo me preguntaba porque hacían eso si la Locomotora se había
normalizado y como adivinándome el pensamiento el negro me dice: “Vení y mirá
porque vamos a ENFRIAR LOC! Y al entrar
en la oficina de auxiliares veo a Castaño, al guarda y al auxiliar rodeando una
generosa tabla de madera con una tremenda picada de Salame, Chorizo casero,
queso cáscara colorada, galleta de campo y unos “Aperitivos” con soda bien
fresquitos!
Aunque yo tomé una gaseosa, disfruté como uno
más de esa “Enfriada de Loc.”, recordándola como una de las experiencias más
linda de mi vida, preanunciando lo que sería con el tiempo mi vida ferroviaria
en aquellos tiempos de Ferrocarriles Argentinos, en donde se podían hacer estas
“Travesuras” sin entorpecer el servicio y sin perjudicar a nadie.
Luego de esta tremenda “Enfriada de Loc.”
Continuamos viaje veinte y treinta horas sin más inconvenientes llegando a Río
Colorado a las doce y media de la noche, con la panza llena y con una
experiencia inédita para mí que aún hoy, luego de tantos años, me sigue
provocando una sonrisa, llena de melancolía y de nostalgia.
Sin lugar a dudas…pinceladas de otros tiempos…
CARLOS DINAMARCA, JUNIO DE 2020.-